La Cueva del Milodón se hizo conocida en el mundo hace más de 100 años, cuando en 1895 el colono Hermann Eberhard visitó la cueva y descubrió una extraña piel con gruesos pelos. Tanto los curiosos como los científicos se interesaron en el hallazgo y pronto se estableció que era la piel de un milodón, un gran perezoso extinto. Este hallazgo motivó numerosas expediciones científicas, así como también la aparición de saqueadores, quienes excavaron en la cueva buscando restos que luego vendían a coleccionistas y museos principalmente de Europa.

Durante los últimos 100 años, la Cueva del Milodón y sus alrededores ha sido una riquísima fuente de conocimiento que ha contribuido de forma decisiva a conocer el pasado de la Patagonia y la humanidad.

En 1968, esta área fue declarada Monumento Histórico por el Ministerio de Educación.

En 1993 pasó a ser el Monumento Natural Cueva del Milodón, incorporándose al Sistema de Áreas Silvestres Protegidas del Estado de Chile. Actualmente es administrado por CONAF.

EL MILODÓN

Fue un mamífero herbívoro, cuadrúpedo y edentado, cuyo peso aproximado era de una tonelada. De garras muy poderosas, poseía un pelaje muy largo y abundante que le permitía afrontar las bajas temperaturas de aquella época.

Sus restos han sido encontrados en diferentes niveles, lo que hace suponer que la cueva fue habitada por estos animales, incluso al mismo tiempo que los primeros cazadores.

Su extinción se debió probablemente a variables asociadas a cambios climáticos y a la disputa por los alimentos con otros animales de la época.